Comemos con todos los sentidos y el sonido de los alimentos crujientes en nuestra boca puede hacer una diferencia al momento de decidir qué consumir. ¿Por qué nos atrae la comida crujiente? Ser conscientes de esto es importante para alimentarnos más saludablemente.
Junio 2022
La ciencia detrás de la preferencia por los alimentos crujientes
Además del gusto y olfato, también comemos con el oído según la ciencia. El experto en psicología experimental Charles Spence, lleva casi dos décadas investigando cómo nuestro cerebro procesa información de cada uno de nuestros sentidos, y cómo eso puede ayudarnos a diseñar mejores alimentos.
Spence es autor del libro “Gastrofísica: La nueva ciencia de la comida” de 2017 y dirige un laboratorio de la Universidad de Oxford, Reino Unido, integrado por especialistas en psicología, neurociencia y cocina para crear experiencias culinarias “multisensoriales”. La preferencia del ser humano por lo crujiente es algo que lo ha fascinado por años.
“Desde el crujido de la comida, hasta el ruido del empaquetado, el roce de la cuchara en el plato o la música que escuchamos mientras comemos; todos los sonidos afectan a nuestra experiencia culinaria, unos más que otros, y también al sabor”, le cuenta a BBC Mundo.
La cuestión de por qué nos gusta tanto la comida crujiente tiene un trasfondo más serio de lo que parece. El experimento inició en 2009 y a partir de ahí han surgido muchos trabajos en relación al tema.
¿Por qué nos atraen los crocantes? Algunas teorías
Nos atraen los alimentos crujientes probablemente porque las verduras y los vegetales más ‘ruidosos’ suelen ser más frescos (y viceversa), por lo que asociamos crujiente con saludable.
Otra teoría es que algunos alimentos crujientes suelen tener un alto contenido en grasa y a nuestro cerebro le gusta esa idea, lo cual explicaría nuestra preferencia por ese sonido.
Finalmente una última teoría se basa en que cuando comes algo ruidoso eso dirige tu atención hacia tu boca, lo cual ayuda a que el sabor se quede por más tiempo. Probablemente entonces nos guste más la comida crujiente porque sentimos que su sabor dura más.
Maridaje fonético
“Así como maridamos ciertos alimentos con ciertos vinos, podemos maridar sabores con sonidos y formas” afirma Spence.
La experiencia sensorial de la comida va más allá de lo crujiente. Desde el sonido que produce abrir una botella, el corcho del vino o incluso el del microondas, afectan a nuestra experiencia y a cómo percibimos el sabor y así como los ruidos afectan al sabor, también lo hace la música.
“Muchos nunca habrían imaginado que la música puede alterar el sabor de la comida, pero es todo un nuevo campo por explorar. ¿Por qué no maridar un sabor con un sonido? No importa que música escuches: hay un sabor que seguro combina bien con ella”. Se puede dimensionar todo un campo abierto para la exploración.
¿Cómo puede esto contribuir a mejorar nuestra alimentación?
No es coincidencia que la comida rápida que tanto nos atrae sea crujiente, crocante y casi siempre ruidosa, o que las papas fritas se vendan en bolsas de plástico especialmente ruidosas; es puro marketing intuitivo, reflexiona Spence.
Conocedores de lo que llamaríamos un incentivo en nuestros rituales alimenticios, podemos diseñar una planificación saludable de consumo de alimentos. El reto queda planteado para padres principalmente, y en general para cada adulto responsable.
Créditos BBC mundo.
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